En sólo una década, la administración cultural ejercida por la acción ejecutiva de una revolución transmoderna, ha producido un profundo daño a las inteligencias y a las instituciones culturales venezolanas, en nombre de la estetización de la política, revirtiendo la continuidad de setenta años de un proyecto de modernización. En estas lineas se analizan las principales lógicas de esta violencia.
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