pacientes con glomerulonefritis IgA mesangial con antecedentes de exposición a tóxicos (cadmio y disolventes orgánicos).
El primer caso se trata de un varón de 47 años que hace 8 años fue diagnosticado de una glomerulonefritis IgA mesangial; había estado trabajando durante 12 años como soldador. Como metal de aporte para la soldadura utilizaba unas varillas metálicas que contenían un 25% de cadmio. Se le detectaron concentraciones muy elevadas de cadmio en sangre y orina.
El segundo caso se trata de un varón de 50 años que durante 23 años estuvo expuesto a un amplio número de disolventes orgánicos. Hace tres años se le diagnosticó una glomerulonefritis proliferativa difusa mesangial con depósitos de IgA; a pesar de ello, el paciente continuó trabajando hasta hace un año, en el que se le detectó una enfermedad renal crónica de estadio 3 secundaria a la nefropatía IgA.
Es recomendable que a los pacientes diagnosticados de una glomerulonefritis IgA mesangial se les separe de la exposición a sustancias nefrotóxicas
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