Con el fin de proteger una de las principales fuentes de riqueza de la Provincia de Málaga, los Reyes católicos a partir de 1502 dictan una serie de oredenanzas, propuestas por el Ayuntamiento de la ciudad, regulando todo lo concerniente al vino, desde su producción, venta y consumo hasta la vigilancia de tabernas y taberneros, así como diversas disposiciones protectoras y morales para evitar los abusos y la picaresca del negocio.
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