El presente artículo se centra en cómo la aceptación de que la moral tiene una base emocional, puede cambiar la manera en la que abordamos los problemas morales, concretamente el caso de la autonomía. ¿Es posible incluir el papel de las emociones en la agencia moral sin perder el concepto de autonomía moral? Al mismo tiempo, parece difícil hablar de la agencia moral sin apelar a la autonomía del sujeto. Así, estas dos ideas nos llevan a una situación en la que la aceptación de una premisa, a saber, que las emociones son una precondición de la agencia moral, implica la negación de la otra, a saber, que la autonomía es una precondición de la agencia moral, y viceversa. Respecto a esta paradoja, la pregunta es, por tanto, por cómo compatibilizar estos dos hechos. En este sentido, argumentaré que las emociones no son un obstáculo sino un elemento necesario para la autonomía moral.
The present paper is focused on how the acceptance of the emotional basis of morality can change the way we approach moral problems, concretely the case of moral autonomy. Is it posible to include the role of emotions in moral agency without losing moral autonomy? Simultaneously, it seems hard provide an account on moral agency without accepting as a premise the existence of moral autonomy. Thus, all this lead us to a picture where the assumtion of a premise (“emotions are a precondition to moral agency”) implies the denial of another one (“autonomy is a precondition to moral agency”), and viceversa. With regard to this paradox, the question is therefore how these two facts —that we are necessarily emotional and autonomous— can become compatible. In this sense, I will argue that emotions are not an obstacle but a necessary element to moral autonomy.
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