El trasplante renal ofrece excelentes resultados a corto y medio plazo, tanto en la supervivencia del paciente como del injerto.
Permanecen estabilizados los resultados a largo plazo.
Las tasas de rechazo agudo están situadas a niveles muy reducidos:
8-15%.
A pesar de los avances en el conocimiento de los mecanismos de la respuesta inmune, queda por resolver la disponibilidad de una monitorización inmunológica precisa y a tiempo real, que permita anticiparse a la aparición de lesiones histológicas, a la alteración de la función renal y que facilite seleccionar la inmunosupresión más idónea en el momento adecuado.
Desde el punto de vista inmunológico, queda por solventar la prevención de las lesiones crónicas del injerto (fibrosis intersticial y atrofia tubular [FI y AT]) y la aparición del rechazo mediado por anticuerpos.
La FI/AT es la principal causa de pérdida del injerto renal.
En los resultados del trasplante renal, han contribuido de manera indiscutible los inmunosupresores (IS) inhibidores de la calcineurina (ciclosporina y tacrolimus), los antiproliferativos (micofenolato mofetil y micofenolato sódico) y anticuerpos mono y policlonales. La combinación tacrolimus con micofenolato mofetil o micofenolato sódico y esteroides es la que ofrece mejores resultados.
El mantenimiento del equilibrio de la respuesta inmune es fundamental tanto para el paciente (prevención de infecciones y neoplasias) como para el injerto (mantenimiento de su función).
Inmunosupresión en los trasplantados renales con insuficiencia renal:
- Estadio 4: si la función se mantiene estable, no modificar la pauta de IS. Si el filtrado glomerular disminuye progresivamente, reducir los inhibidores de la calcineurina y los antiproliferativos.
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