La colonización española de Fernando Poo y Annobón se retoma a partir de 1842, después de más de sesenta años de abandono. Para ello se mandan unas expediciones militares y se nombran los primeros gobernadores. La figura del gobernador aparece difusa, con una configuración jurídica poco clara y como un oficio de contornos indianos más que metropolitanos. Las instrucciones dadas a los primeros gobernadores nos los presentan como dotados de plenos poderes y con claros caracteres americanos. A mediados del siglo XIX, cuando se regula la situación legal de las colonias mediante reglamentos orgánicos, el gobernador deja de estar en la órbita del derecho indiano para ser regulados por normas escritas de origen estatal.
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