En el "Oráculo manual y arte de prudencia", el jesuita Baltasar Gracián sintetiza ideas ya exploradas por autores estoicos y maestros de retórica como Cicerón y Quintiliano. En obras como "De finibus bonorum et malorum", estos y otros autores desarrollaron un concepto de felicidad basado en la necesidad de identificar las pasiones humanas para después prescindir de ellas con el objetivo de lograr una visión más clara y un refinamiento mayor a la hora de actuar. La filosofía a medio camino entre lo ascético y lo mundano de Gracián describe las emociones como puertas abiertas que permiten al sujeto acceder a los secretos y a las voluntades ajenas, manteniendo a la vez cerrado el acceso a las propias emociones. Estas emociones o "pasiones", refinadas o disfrazadas como "afectos", podrán emplearse también para ejercer influencia sobre aquellos entornos jerárquicos que el individuo se vea obligado a habitar. Este proceso asemeja al "héroe" social graciano a un actor o actriz capaz de constituir uno o varios personajes emocionales con el objetivo de interpretar con éxito su papel social.
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