Gaspar de Quiroga fue nombrado arzobispo de Toledo tras la muerte de Bartolomé de Carranza. Su avanzada edad le convertía en un buen candidato ante Felipe II, que preparaba su sucesión en el archiduque Alberto de Austria. Durante los años de su prelacía, Quiroga mantuvo unas relaciones cordiales con el cabildo catedralicio, que fueron el resultado de su conocimiento de los asuntos del arzobispado y de la introducción en el consistorio de sus protegidos y familiares.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados