Los encuentros de Goytisolo con autores del pasado forman una galería de identificaciones y rechazos que revelan sus afinidades electivas. En sus comentarios a "El lucernario" y "El jardín de los frailes", Goytisolo elige con qué identificarse -juventud rebelde, educación asfixiante, salvación por la escritura- pero en un repliegue se percibe lo más revelador: Goytisolo aplaude que Azaña celebre a Valle Inclán, pero le parece un error su simpatía por Valera. Valera, escritor correcto, pero no inquietante, representa aquello que Goytisolo no quiere ser y que teme pueda llegar a englobarlo. Nietzsche, al hablar de genealogía distingue la que se hace para enraizarse en lo laudable del pasado (pedigrí, lo que Goytisolo busca en su selección de almas gemelas) y la más genuina que no rechaza enfrentarse a la contaminación de la cual surge todo presente.
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