En apenas 15 años, Tony Curtis pasó de galán aventurero a fino comediante y protagonizó un puñado de obras maestras. Mujeriego y truhán, jamás superó los traumas que marcaron su vida. Sus últimos tiempos fueron un catálogo de excentricidades que acabaron apagando su estrella. El actor murió el pasado 29 de septiembre a los 85 años.
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