L. Redondo, R. Y. Morgado Linares, E. Durán
Los trastornos del movimiento psicógenos constituyen un reto cotidiano para el neurólogo. Un reconocimiento erróneo puede tener importantes consecuencias, por consiguiente este diagnóstico debe considerarse con mucha cautela en la práctica clínica. Sin embargo, los trastornos del movimiento psicógenos no son raros, especialmente el temblor y los errores diagnósticos frecuentes. El término psicógeno es inespecífico y oculta el verdadero trastorno mental que suele ser un trastorno somatomorfo, facticio, simulación, depresión, ansiedad o un trastorno histriónico de la personalidad, aunque la ausencia de un diagnóstico psiquiátrico no descarte la causa psicógena. El diagnóstico es difícil y debe realizarlo un neurólogo experto. Los trastornos del movimiento orgánicos deben excluirse tras una historia detallada, el examen clínico y las pruebas complementarias. El temblor psicógeno no es sólo un diagnóstico de exclusión, se puede diagnosticar en positivo por sus signos clínicos: variabilidad en frecuencia y amplitud, comienzo súbito y bilateral, no progresivo con frecuentes remisiones, nunca afecta a los dedos, lengua o cara y por la coactivación de los músculos antagonistas. Diversas pruebas pueden ser útiles en el diagnóstico, como: acelerometría, electromiograma y respuesta al placebo o la sugestión. El tratamiento requiere una estrecha comunicación entre el equipo médico multidisciplinario y el paciente. Nunca hay que minimizar el problema y siempre intentar un diagnóstico y un tratamiento precoces
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