El agua nunca fue un espejismo en La Mancha. Hubo un tiempo en que rebosaba, y sus ríos y acuíferos formaban un variopinto complejo de humedales de un extraordinario interés ornitológico, desde 1981 englobados en la Reserva de la Biosfera de La Mancha Húmeda. Pero su devenir ha sido tortuoso, con su máximo exponente en las Tablas de Daimiel, el parque nacional que nació tocado de muerte y que aún sigue a la espera de una política agrícola responsable que recupere el acuífero que le da la vida.
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