Su voz, sus manos y sus ojos. quizá esos sean los primeros signos físicos que llaman la atención de José Álvarez -Pepe Álvarez para todos-. Una voz entusiasta y enérgica, deseosa de convencer; unas manos expresivas, que hablan a la vez que sus palabras, y unos ojos claros que miran con confi anza. Cuando en una conferencia magistral -como la que ofreció recientemente en la Facultad de Biológicas de la Universidad Complutense de Madrid-esos elementos entran en juego a la vez, lo que se recibe es un brillante ejercicio de oratoria y de entusiasmo (y eso con tres horas de “dormida” y un jet lag a cuestas). Este leonés, de un pueblo de Las omañas, inició hace veintiséis años un largo viaje que le hizo adentrarse en el corazón de las selvas y de las gentes de la Amazonía, y cambiar su objetivo de evangelizar almas por trabajar para la conservación de los pueblos indígenas y la naturaleza. Descubrir nuevas aves para la ciencia ha sido otro de los empeños que le ha aportado numerosas satisfacciones.
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