La guerra de Afganistán dura ya diez años, un periodo extenso que las potencias occidentales presentes en el conflicto comienzan a acusar. La Administración Obama ha marcado una fecha de salida para sus tropas, abriendo la puerta para un futuro de negociaciones para la paz que debe contar con consenso internacional y ser capaz de sentar a la misma mesa negociadora tanto a los afganos como a los principales actores internacionales implicados. Sin prisa, pero sin pausa, parece configurarse una perspectiva de negociación con insurgentes y talibanes.
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