La inmigración es una nueva situación que debe abordar la sociedad española y la europea, que debe asumirse como una nueva realidad y no como un problema, recurriendo solo a medidas policiales. Es necesario que se trabaje desde los poderes públicos para que la adaptación de la sociedad de acogida y la de llegada sea mutua. Las políticas de extranjería deben ser poliédricas: adaptación, educación, asistencia sanitaria, vivienda y acceso al mercado de trabajo y a la seguridad social deben contemplarse como garantías de respeto a la igualdad y a los principios de libertad y dignidad, a los que tienen derecho todos los seres humanos.
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