La nueva ciudadanía europea establecida en el tratado de Lisboa refuerza la identidad y confiere a los europeos nuevos derechos sobre libre circulación y residencia, sufragio activo y pasivo en las elecciones europeas y municipales en el Estado de residencia, petición ante el Parlamento Europeo y denuncia ante el Defensor del Pueblo Europeo. Se ha configurado un sistema de protección de los derechos de la Unión Europea integrado por la Carta de Derechos Fundamentales, el Tratado de Lisboa y, próximamente, la adhesión al Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales.
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