El estrés infantil se ha estudiado después del del adulto y, como suele suceder en muchos otros casos, existe entre ambos cierta homogeneidad y ciertas diferencias. Por una parte, las condiciones personales que regulan las respuestas al estrés son muy semejantes tanto en niños como en adultos; por otro lado, las diferencias entre ambos se dan especialmente en el campo social.
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