Los motines que salpicaron la geografía española en 1766 dieron lugar a una general sensación de inseguridad pública en las autoridades españolas, empezando por el propio rey. Para reprimir y prevenir nuevas alteraciones, el nuevo gobierno, encabezado por un militar, el conde de Aranda, acudió al Ejército como fuerza encargada de mantener la seguridad del reino. Este antecedente y su posterior evolución, supuso que, poco a poco, la fuerza armada tomase conciencia de su propia entidad como institución garante del sistema político español, capaz de ser su máximo sostén o de cambiarlo cuando considerara inadecuado o poco eficaz para el funcionamiento del propio Estado.
The riots that splashed the Spanish geography in 1766 gave place to a general sensation of public insecurity in the Spanish authorities, beginning for the own king. To suppress and to anticipate new alterations, the new government headed by a military man, the count of Aranda, came to the Army as force entrusted to support the safety of the kingdom. This precedent and his posterior evolution, he supposed that, little by little, the armed force was been aware of his own entity as responsible institution of the political Spanish system, capable of being his maximum support or of changing it when he was considering inadequately or slightly effectively for the functioning of the own State.
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