A través del estudio del comportamiento político de los artesanos mestizos en Bolivia (1880-1925) se interpreta el clientelismo como resultado del deseo de entablar relaciones interpersonales significativas que permitieran combatir el anonimato y la inexistencia social, jurídica y política. El clientelismo proporcionó vínculos personales socialmente importantes y dio amparo físico y legal, ayudó a la conservación se estatus laboral y social frente a la progresiva devaluación de los oficios por las medidas librecambistas y la inmigración indígena a las ciudades e impulsó la creación de organizaciones que favoreciesen una conducta política individual. Lejos de constituir una práctica anómala que desvirtuara e impidiese la democracia, el clientelismo fue un aspecto fundamental en la concreción de la misma.
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