Desde hace algunos años están cobrando fuerza en la UE el discurso que aboga por la necesaria diversificación económica de las áreas rurales y por el inevitable carácter multifuncional que debe adoptar la actividad agropecuaria para lograr un desarrollo rural integrado y armónico. La conveniencia de estas actuaciones no significa que haya que potenciar el turismo de manera exclusiva y en detrimento de la agricultura, ya que ésta es la vertebradora del mundo rural, la garantía de la conservación del medio y la base de nuestra civilización.
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