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Resumen de Entre el olvido y la renovación: la UE y América Latina

Susanne Gratius, José Antonio Sanahuja Perales

  • América Latina y la UE no han estado a la altura de las expectativas de la �asociación estratégica birregional� lanzada en 1999. Ambas regiones parecen hoy más distantes en cuanto a sus valores comunes como la democracia, la integración o la cooperación.

    Ante los cambios que introduce el Tratado de Lisboa, la presidencia española de la Unión Europea es probablemente la última oportunidad para �europeizar preferencias de un Estado miembro� y fortalecer las relaciones con América Latina. Quizá por ello, la presidencia española ha querido tener un marcado �carácter iberoamericano�, cuya principal expresión será la VI Cumbre Unión Europea-América Latina y el Caribe del 18 de mayo en Madrid. Sin embargo, en los últimos años, los cambios en el contexto internacional y en ambas regiones reclaman que se modifique una relación que aún refleja supuestos de los años noventa.

    En sus orígenes, las relaciones UE-América Latina respondieron a un triple desafío: paz, democracia y desarrollo. En la actualidad, esos tres objetivos siguen vigentes, pero se plantean de forma distinta. La paz y la seguridad demandan una cooperación más intensa en torno a una violencia transnacional que ha llevado a América Latina a las peores tasas de criminalidad del mundo. La agenda de la democracia se extiende hoy al ejercicio de una ciudadanía efectiva, incompatible con la exclusión social, además de la plena vigencia de derechos civiles y políticos, aún incompleta o de nuevo en riesgo en varios países de la región. El desarrollo exige mayor atención a las condiciones de países de renta media en los que resulta disfuncional la clásica cooperación al desarrollo Norte-Sur.

    En ese esfuerzo de renovación, tanto España como la UE se enfrentan a importantes dilemas y riesgos: ¿Cómo promover esos objetivos sin agravar las fracturas políticas e ideológicas que atraviesan la región? ¿Cómo combinar una actuación más adaptada a la diversidad y a liderazgos emergentes con el apoyo a la integración y a grupos regionales más fuertes? A esos desafíos se une la necesidad de promover una gobernanza eficaz, representativa y legítima de la globalización. Tanto por interés propio como por los valores compartidos, la UE y América Latina consideran que el multilateralismo no es una opción sino un imperativo.

    España tiene ante sí la difícil búsqueda de un equilibrio entre su identidad europea e iberoamericana. En principio, ante la paulatina retirada de otros Estados miembros como Alemania y Francia, la �iberoamericanización� de esas relaciones parece más probable que la �europeización� de la política española hacia América Latina. Un indicador de ello son las Cumbres Iberoamericanas, que en su pasada reunión en Estoril (Portugal, 29 de noviembre de 2009) adoptó como asunto central el mismo que aborda la Cumbre UE-América Latina de 2010. Es necesaria y útil una mayor coordinación entre los dos marcos de relación. El eje iberoamericano puede contribuir a la renovación de las relaciones más allá del tradicional prisma Norte-Sur y fortalecer la influencia de España ante una UE que sigue incorporando países con poco o ningún interés en América Latina. Para no caer en el olvido, las relaciones han de adaptarse a un escenario internacional distinto, y dotarse de un nuevo horizonte estratégico aprovechando los nuevos equilibrios de poder entre ambas regiones.


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