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EE UU y el gran pacto contra la proliferación

  • Autores: Joseph Cirincione, Alexandra Bell
  • Localización: Política exterior, ISSN 0213-6856, Vol. 24, Nº 135, 2010, págs. 50-60
  • Idioma: español
  • Texto completo no disponible (Saber más ...)
  • Resumen
    • Nueve países tienen hoy armas nucleares. Este número podría llegar a 20 en la próxima década, y el peor escenario es que un grupo terrorista se haga con un arma nuclear. Para evitarlo, se necesita reforzar el régimen de no proliferación. El liderazgo de EE UU es imprescindible.

      El régimen de no proliferación nuclear está en peligro. Es un sistema fuerte y vibrante de tratados y acuerdos de seguridad entrelazados que ha soportado muchos golpes en los últimos 40 años. Pero la amenaza de nuevas naciones con armas nucleares, el lento ritmo de reducción de los arsenales nucleares y la aparición de grupos terroristas que aspiran a tener armas nucleares están haciendo que se tambalee la confianza en el régimen. Estados Unidos es el único país con la capacidad de convencer tanto a los miembros del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) y a las naciones que permanecen fuera de este acuerdo para reforzar las barreras contra la proliferación y reducir los arsenales. Sin el liderazgo de EE UU, el mundo podría pasar de los nueve Estados que actualmente disponen de armas nucleares a 19 o 20.

      Es un desastre anunciado. Barack Obama señaló �el compromiso de EE UU con el TNP como piedra angular de nuestra estrategia de seguridad� durante la firma del nuevo Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (START) en Praga el 8 de abril de 2010. Reparar el TNP es el próximo paso para reforzar el régimen de no proliferación.

      Con 189 naciones firmantes, el TNP es la única barrera diplomática, legal y mundial para la propagación de las armas nucleares. Del 3 al 28 de mayo, los firmantes del tratado lo revisarán y evaluarán sus avances hacia estos objetivos. Las decisiones que tomen podrían reparar o hacer descarrilar el TNP. Durante la última década, se ha presionado al tratado de forma gradual hasta casi romperlo, y varias naciones han violado sus principios o han hecho caso omiso de sus compromisos.Después de dar la espalda a la no proliferación (y a la diplomacia en general), EE UU ha retomado su liderazgo, pero aún tiene que hacer más. Si bien nadie está a favor de la proliferación, algunos países se muestran intransigentes con lo que perciben como presiones externas, y otros sencillamente se hacen de rogar. Aunque los Estados hostiles pueden parecer los más peligrosos, quizá sean los cínicos o desganados los que hundan el régimen de no proliferación.

      Obama aspira a luchar contra este fatalismo con pasos concretos para forjar un nuevo consenso mundial de desarme y no proliferación. Cada medida que ha tomado desde que asumió la presidencia indica que ésta es una de sus prioridades.


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