Las políticas de seguridad ciudadana han sido, y son en muchos casos, un claro ejemplo de políticas públicas neutras, basadas en el supuesto de que la experiencia de un �ciudadano tipo� es capaz de representar las necesidades de seguridad del conjunto de la ciudadanía. Este sujeto �representante� no fue elegidoal azar sino erigido como tal por el propio sistema sociopolítico y económico. Laausencia de un debate en profundidad sobre el concepto �seguridad ciudadana� tiene como principal consecuencia la persistencia de mitos y creencias erróneas en torno al mismo. Este artículo propone argumentos útiles, que parten de la complejidad del fenómeno de la seguridad, y de sus múltiples causas y manifestaciones,para desarticular estas premisas erróneas e incorporar un enfoquesensible al género en este campo de las políticas públicas
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