Las relaciones entre España y Portugal durante la Segunda Guerra Mundial estuvieron marcadas por la perspectiva peninsular, que trasciende a ambos países y les condiciona a compartir un escenario común. Si bien la neutralidad española es diferente de la portuguesa, en modo alguno hubiera sido posible en caso de haber adoptado Salazar una posición distinta a la que siguió. Por ello el binomio neutralidad/intervención no fue nunca una opción nacional, sino que abarca una dimensión peninsular insoslayable, algo de lo que fueron conscientes tanto Franco como Salazar.
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