Montevideo, única plaza fortificada en el Virreinato del Río de la Plata, cumplía, desde el siglo anterior tres importantes funciones de defensa para el gobierno hispano en la región: control de la frontera terrestre, defensa del Atlántico Sur e importante puerto comercial de América. Si bien políticamente la gobernación se desarrollaba en un espacio reducido, militarmente controlaba la frontera hispano portuguesa de la Banda Oriental, �zona caliente� entre ambas coronas. En caso de ser atacada, a su vez, tenía las mejores fortificaciones y artillería de la región para resistir, encontrándose en 1808 la gobernación dedicada a solucionar las debilidades que llevaron a la toma inglesa el 3 de febrero de 1807. Estos elementos daban un sesgo muy especial a cualquier pronunciamiento que tomara como base Montevideo, constituyendo, de ser posible orientarlo para sus propios fines, un factor aprovechable para los intereses portugueses, los cuales se enfocaba en obtener el acceso al río de la Plata.
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