En este artículo vamos a exponer como, en numerosas ocasiones, con políticas y discursos supuestamente integradores, lo que se logra, e incluso en muchos casos persigue, es la discriminación de la población inmigrante. Podríamos habernos centrado en numerosos aspectos, pero hemos querido hacerlo en tres que nos parecen fundamentales. Tras una breve introducción, trataremos del discurso que las personas que ostentan un cargo político utilizan para hablar de la inmigración, y de cómo utilizan esta para fines electoralistas. Al hacerlo, no tienen en cuenta su influencia en la configuración de la imagen que la población tiene sobre la inmigración, propiciando que no se vean como parte de la ciudadanía sino como una amenaza. No podíamos obviar en este artículo una breve reflexión sobre las leyes de "extranjería", normativa que en sus exposiciones de motivos siempre se muestra integradora y que, sin embargo, acaba siendo básicamente coercitiva. Finalizamos el texto hablando de un colectivo especiaImente maltratado, la mujer inmigrante. Estas acaban sufriendo, al menos, una doble discriminación, por ser mujeres y por ser inmigrantes. Posiciones xenófobas, paternalistas o machistas son una constante en el trato recibido por estas mujeres, no solo en la vida diaria, sino incluso en políticas públicas y legislación.
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