La inmigración china ha superado parte de la imagen tan negativa que comenzó a principios de los años noventa. No puede afirmarse que exista en España un sentimiento xenófobo contra esta comunidad, pero sí un cierto temor, un recelo, un rechazo que tiene que ver más con los aspectos de competencia en el terreno económico que con los políticos o sociales. La sociedad española reprocha al colectivo chino, no sin cierto fundamento, su hermetismo y la falta de integración
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