Tras la muerte de la duquesa de Alba en 1860, su hermana, la emperatriz Eugenia de Montijo, encargó a Eugène Viollet-le-Duc el proyecto de un mausoleo en su finca de Carabanchel (Madrid) que, de haberse llevado a cabo, habría significado un importante referente de nuestra arquitectura decimonónica. El proyecto responde a un lenguaje claramente ecléctico, alejado del racionalismo que caracteriza la obra del arquitecto francés y que tanto influyó en España a través de las enseñanzas de la Escuela de Arquitectura y los postulados de la Real Academia. En sus planos, conservados en la Médiathèque de l�Architecture et du Patrimoine de París, se mezclan, en perfecta armonía, elementos medievales con otros de raíz clásica, pero siempre bajo la renovadora mirada del siglo XIX.
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