En España, la producción comercial de cítricos, ha sufrido una revolución en los últimos 20 años; de un objetivo de máxima producción por hectárea, es decir, obtener el máximo número de frutos, a la búsqueda de la calidad de la fruta producida como factor diferenciador respecto a producciones de terceros países.
Hoy por hoy, los mercados de destino de los cítricos españoles exigen ciertos parámetros identificativos de la calidad que eran impensables hace unos años. En un mercado tan competitivo, como es el citrícola, la obtención de estos factores de calidad mínimos conlleva una serie de gastos añadidos que deben ser meticulosamente controlados y bien gestionados por el técnico agricultor.
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