La fundamentación científica de la actividad educacional incluye, como aspecto necesario e inalienable, la reflexión filosófica acerca de la misma. Dicha reflexión, entendida de manera tradicional muchas veces de forma declarativa e irrelevante para la práctica como filosofía de la educación, debe ser superada o al menos complementada mediante su comprensión como instrumento teórico-práctico del accionar del maestro en el aula, entendida entonces como fundamentos filosóficos de la educación. De este modo, la filosofía podrá contribuir, a través de los fundamentos cosmovisivos, gnoseológicos lógicos y sociológicos de la educación, a desenvolver la actividad educacional de un modo más conciente, óptimo, eficiente, eficaz y pertinente.
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