Tanto la Unión Europea como América Latina, e incluso Estados Unidos, han iniciado distintos procesos de diálogo con Cuba. ¿Cuáles lecciones relevantes se pueden extraer de la larga historia canadiense de compromiso con la Revolución Cubana? Este artículo documenta la evolución de las relaciones entre Canadá y Cuba desde la década de 1940, centrándose en sus altibajos desde que se lanzó, a mediados de la década de 1990, una política de «compromiso constructivo ». Se argumenta que este acercamiento (en sus diversas formas) no ha tenido mayor influencia en la liberalización de la política cubana. Además, la poca influencia que Canadá pudo haber tenido durante el «Periodo Especial» ha disminuido con la recuperación económica y diversificación de las relaciones exteriores de Cuba en la última década. En ese sentido, los autores concluyen que la estrategia más apropiada para Canadá y otros «actores» es llevar a cabo un acercamiento coordinado y de largo plazo que brinde apoyo a una variedad de procesos endógenos de cambio en Cuba. Una estrategia realista debería incluir diálogo de bajo perfil con el régimen actual, cooperación con un amplio espectro de posibles reformadores dentro y fuera del Estado y apoyo para la realización de cambios sociales más extensos a través del comercio, la inversión extranjera, el turismo así como los intercambios académicos y culturales.
The European Union, Latin America and even the United States have each initiated distinct processes of dialogue with Cuba. What relevant lessons can be drawn from Canada�s long history of engagement with the Revolution? This article documents the evolution of Canada- Cuba relations since the 1940s, focusing on the ups and downs of these relations since a policy of «constructive engagement» was launched in the mid-1990s. It argues that this approach (in its many guises) has not had a major influence on the liberalization of Cuban politics. Moreover, what little influence Canada had during the «Special Period» has diminished with the economic recovery and the diversification of Cuba�s external relations over the past decade. As such, the authors conclude that the most appropriate strategy for Canada and other «engagers» is to take a coordinated, long-term approach of supporting a variety of endogenous change processes inside Cuba. A realistic strategy should include ongoing but low-profile dialogue with the current regime, cooperation with a wide range of possible reformers within and beyond the state, and support for broader social changes through trade, foreign investment, tourism, academic and cultural exchanges.
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