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Cómo ser un buen jefe cuando la economía va mal

  • Autores: Robert I. Sutton
  • Localización: Harvard Business Review, ISSN 0717-9952, Vol. 87, Nº. 6, 2009, págs. 42-53
  • Idioma: español
  • Texto completo no disponible (Saber más ...)
  • Resumen
    • Incluso en los tiempos de crecimiento económico, ser un buen jefe es un desafío. La investigación muestra que las personas que ocupan cargos de autoridad a menudo se tornan menos cuidadosas respecto de los sentimientos y las necesidades de los demás. En tanto, las personas que desempeñan un rol subordinado dedican una cantidad enorme de energía a observar e interpretar las acciones de los líderes. Estas tendencias generan un tándem tóxico que se exacerba durante una crisis.

      Sutton, un profesor de Stanford, ofrece un marco útil para que los jefes se enfoquen en aquello que su gente más requiere de ellos. En una situación en la cual las personas se sienten amenazadas, un buen jefe encuentra las formas de proporcionar más predictibilidad, comprensión de la situación, sensación de control y compasión.

      Predictibilidad. Proporcione a las personas la mayor cantidad de información posible respecto de lo que les ocurrirá y cuándo. Prepararse les ayudará a reducir su sufrimiento y pueden relajarse durante la espera, tal como lo hicieron los habitantes de Londres durante el bombardeo de la ciudad cuando no sonaban las sirenas de alerta.

      Comprensión. Acompañe cualquier cambio importante con una explicación de por qué es necesario y cómo afectará las rutinas. La comunicación interna debe ser simple, concreta y repetitiva.

      Control. No presente un obstáculo como algo grande, complejo o difícil de superar; las personas se sentirán abrumadas y se paralizarán. Cuando un obstáculo se descompone en partes menos abrumadoras, las personas pueden abordarlo con confianza.

      Compasión. Atienda las necesidades emocionales de las personas que están siendo despedidas, y ayúdeles a conservar su dignidad. Esto es esencial tanto para ellos como para sus colegas que han sobrevivido los recortes. Humillar a aquellos que se han tenido que marchar desmoralizará a los que permanecen en sus puestos y podría impulsar a los mejores de ellos a abandonar la empresa.

      Un ejecutivo capaz de brindar estos cuatro elementos será percibido como uno que cuenta con el apoyo de sus subordinados y podrá cosechar las recompensas de la profunda lealtad de los empleados durante años.


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