Los microcontroladores más pequeños y económicos han abierto innumerables mercados y aplicaciones para los controles electrónicos, que cubren áreas como la domótica, los equipos industriales, los juguetes y los juegos. Al mismo tiempo ha llegado la revolución inalámbrica, aumentando aún más las expectativas de los usuarios. Los controladores pequeños se han ido convirtiendo en inalámbricos en la medida de lo posible para evitar el riesgo de fracasar en el mercado.
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