El nuevo modelo universitario es contrario al derecho a la educación y a la libertad de cátedra. No se trata de un modelo teórico de funcionamiento, basado en argumentaciones técnicas, sino un modelo ideológico adaptado a los intereses de las clases sociales dominantes (los grandes inversores). El negocio universitario que no sea rentable a estos intereses debe ser destruido, para ello, han conseguido dividirnos y tendemos a creernos que el problema es el método docente; no, ese es el señuelo; el problema es la destrucción de todo servicio público destinado a la clase mayoritaria. Sin darnos cuenta, contribuimos a esta destrucción acusándonos mutuamente de convergentes o reticentes, según el caso.
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