El estudio de la industria tradicional vuelve a estar de moda y ocupar el interés preferente de los historiadores economistas. Quizás la dificultad de definir la naturaleza de las sociedades agrarias europeas y de proponer cuadros explicativos completos del funcionamiento de las sociedades precapitalistas ha conducido al cansancio de Clio por la historia agraria, como historia preferente de la agricultura, y sobre todo de la historia comercial. El sector secundario adquiere rango de avanzada historiográfica. Y es llamativo que esto suceda tras la hegemonía y de la mano de una historia rural necesitada por ampliar su temática de estudio y por redefinir sus métodos.
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