En este artículo se estudian cuatro pinturas y un monumento escultórico, ejecutados entre 1859 y 1887, que representan modelos alternativos para plasmar una idea de México como nación. Se analizan dos ejemplos de representación alegórica en que quedaron plasmadas las nociones complementarias de "nación cultural" y "nación política". Luego, dos celebraciones plásticas de Hidalgo y Cuauhtémoc, figuras centrales del imaginario épico mexicano. Y, por último, una interpretación del territorio patrio convertido en paisaje para dar cuerpo al mito de la unidad nacional mediante el recurso retórico del pars pro toto. Se subraya así la contribución de las artes visuales al proceso de definición, articulación y difusión de un imaginario nacional.
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