La vulnerabilidad del hombre del siglo XXI es tan manifiesta cuanto lo es el poder de los medios de comunicación masiva.
Los principales medios de comunicación masiva son empresas trasnacionales, cuyo origen se encuentra en las naciones llamadas del Primer Mundo. Ellos, a través de la propiedad de la tecnología y la manipulación de la información, influyen de manera directa o indirecta en el resto de los medios de comunicación.
De forma directa, cuando dichos medios tienen participación accionaria, de capital o de contenidos, e indirecta, en tanto poseen la mayor parte del mercado y obligan a la competencia a adoptar sus modelos.
Bajo este esquema, el control es absoluto y la posibilidad de que emerja una oferta diferente se vuelve casi nula. Las existentes, si acaso las hay, se mantienen de tal forma que no representen un peligro para el sistema.
En México, por ejemplo, predominan los medios de comunicación privados y éstos han abrazado las formas de comercialización y de contenidos de los Estados Unidos de América. Ello ha significado la imposición de una cultura ajena a la población, el que prefiera programas de entretenimiento �fácil� (a la manera yanqui), y en consecuencia, el que experimente una creciente disminución de su capacidad crítica y de su autonomía...
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