El museo no es sólo un lugar físico, un simple contenedor de fragmentos del patrimonio cultural, es, sobretodo, una unidad de conocimiento cuya labor de investigación científica y análisis de las colecciones conduce a una interpretación del mundo totalmente original, a una cultura propia de cada museo. Utilizando las exposiciones permanentes, o cualquier otro medio a su disposición, cada museo comunica al público su especifidad cultural, que es diversa de la de otros museos y no quiere ser objetiva. Esto es cuanto el artículo pretende demostrar ilustrando cómo, en tiempos y lugares diferentes, tres grandes instituciones museísticas mostraron al público tres ejemplos de evolución obtenida de la paleontología desarrollando una interpretación totalmente subjetiva del proceso evolutivo.
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