El trabajo es inherente al ser humano, es un referente de vida, que no se circunscribe a un proceso productivo, tiene una dimensión humana. Las personas pasan la mayor parte de su vida en el trabajo. Los empleados satisfechos no necesariamente son los más productivos, pero los trabajadores insatisfechos tienden a desligarse de la organización, se ausentan con frecuencia, y no están integrados a la organización. La ausencia de valores aliena y debilita, a los trabajadores en la empresa, que aspiran una vida, digna y realmente libre; es necesario que el ser humano se forje como una persona crítica, con discernimiento ante la realidad, sobre la base real de su absoluta responsabilidad, con dignidad para vivir. El valor de las competencias transversales y la transferibilidad de capacidades en el ámbito del trabajo, es impostergable. Existen competencias sociales y transversales que son determinantes para la incorporación al mundo del trabajo.
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