El empleo de �trampas cazamoscas� como sistema para reducir las poblaciones de mosca del Mediterráneo se remonta a principios del siglo XX en que se empleaban recipientes invaginados de vidrio cebados con restos de carne o pescado. Desde esos primeros mosqueros hasta hoy en día, la técnica de trampeo masivo ha evolucionado continuamente y en la actualidad se dispone de trampas más eficaces y prácticas, y de atrayentes mucho más potentes y fáciles de manejar.
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