La llegada de Sergei M. Eisenstein a México en el mes de diciembre de 1930 supuso, para el ámbito artístico-cultural del país, un punto de inflexión en su desarrollo natural. Su vinculación con algunos de los artistas más importantes y trascendentales del momento y su particular visión del país logró fundir los anhelos mexicanos de conformación de una identidad nacional que se vio reproducida en su filme ¡Que Viva México!, una magnífica obra de arte que no vio la luz hasta algunas décadas después y que representa, a la postre, uno de los iconos de mexicanidad por excelencia. En este artículo analizamos, no sólo el filme, sino algunas de las relaciones que mantuvo el cineasta ruso con otras personalidades, en las cuales se basó para comprender la historia de un país que había dejado recientemente la lucha armada y se encontraba en un periodo de reconstrucción nacional.
The arrival of Sergei M. Eisenstein to Mexico in December 1930 supposed a point of inflexion in the artistic and cultural context of the country. His relation with some of the most important artists of the moment and his special point of view of the Nation allowed to develop the Mexican anxieties to conform a national identity, which was evident in the film ¡Qué viva México, a great masterpiece that could be seen only decades later and that is an icon of the essential Mexican feelings. In this entry not only this film is analysed, but also the relations made by Eisenstein in Mexico which helped him to understand the history of the country which had just finalised the armed struggle and started its reconstruction.
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