A primera vista, la lectura de las elecciones alemanas parece sencilla. Los resultados son tan claros que la tentación de hacer un análisis unidireccional es grande. Se ha producido un giro conservador, con la estabilización -a la baja- de la CDU (cristianodemócratas) y el ascenso en casi cinco puntos del FPD (liberales), lo que avala una "pequeña coalición" de centro-derecha con suficientes garantías para gobernar. La pérdida de once puntos y de un tercio de sus escaños supone una severa derrota del SPD (socialdemócratas), su desplazamiento a la oposición y una previsible travesía del desierto. El beneficiario secundario del hundimiento socialdemócrata es Die Linke (la izquierda), el combinado de socialistas de izquierda escindidos del SPD, los antiguos comunistas del Este y otros grupos minoritarios críticos del sistema. Sin embargo, existen ciertas paradojas que auguran complicaciones políticas en Alemania durante los próximos años.
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