En el siglo XIX varios científicos avanzaron la idea de que el dióxido de carbono, CO2, emitido por la quema del combustibles fósiles podía provocar la elevación de la temperatura media de la Tierra, pero no es hasta los años ochenta del pasado siglo cuando, motivado por las observaciones de las variaciones en el clima, cobra fuerza entre los climatólogos la idea de que la rápida quema de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural) está en el origen de los cambios producidos.
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