La sociedad actual, con su desarrollo, ha generado unas nuevas conductas delictivas que han obligado a que los Estados reaccionen frente a ellas, creando la denominada cultura del control para recuperar el orden. Se afirma que esto ha sido producto de un cambio social y económico, y que la respuesta estatal norteamericana ha sido radicalmente contraria a la de Europa, ya que cada vez más en ese país se recurre a la prisión, a la pena de muerte y a la penalización de conductas de menores como si fueran adultos, todas ellas sin la debida respuesta positiva pues para el autor, el cambio se produce por la sociedad y no por los dirigentes.
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