La aplicación de una analogía como ser vivo e inteligente a la política científica ha permitido identificar lo que he llamado "crisis" de esa política, como resultado de un proceso de envejecimiento -hace más de sesenta años que se inició la política científica moderna- en el que han intervenido una serie de patologías que han sido diagnosticadas a través de una serie de revisiones críticas emprendidas por el autor dentro del marco de un programa sobre "filosofía de la política científica". A través del recurso a metáforas médicas y clínicas he podido construir una historia clínica en la que se describen las patologías y sus diagnósticos, asociadas simbólicamente a trastornos mentales y sensoriales. Entre ellos cabe mencionar procesos de amnesia, del que es un ejemplo la disociación entre lenguaje y acción motora (discurso y acción); la deficiente comprensión de conceptos en el trinomio básico I+D+innovación y de las relaciones entre ellos; frecuentes errores de percepción (visión y audición) respecto al sentido y uso de los indicadores habituales; el tránsito, dependiente de circunstancias ajenas al propio objeto de la política de ciencia y tecnología, desde la euforia a la depresión (trastorno bipolar) y las consiguientes pérdidas de sentido de la realidad. De acuerdo con la aproximación metafórica aplicada, se proponen terapias para superar la "crisis" a las que se les aplica la analogía de las nuevas terapias regenerativas, orientadas a la corrección de procesos degenerativos. Entre ellas se incluye la incorporación (trasplante) en la marchita política científica de viejos conceptos como los de "gobernanza" y "espacios" que pueden actuar, de nuevo simbólicamente, como elementos troncales (pluripotentes) para que sirvan como regeneradores de una gestión política habitualmente apoyada en aproximaciones burocráticas y académicas esencialmente simples y tradicionales.
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