La ocupación militar de Iraq y Afganistán por parte de una coalición de estados liderada por los Estados Unidos, se ha convertido en un claro exponente del tipo de conflictos donde la gestión de la información se convierte en el elemento coentral del enfrentamiento. La capacidad de resultar victorioso en la �guerra de la información� va ligada a la propia naturaleza de los contendientes. En este artículo se exponen algunos factores estructurales que explican por qué los Estados y sus respectivos ejércitos se encuentran en inferioridad de condiciones para hacer frente informativamente a actores estructurados en red como las organizaciones terroristas e insurgentes.
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