Los desafíos del desarrollo han sido abordados, en la segunda mitad del siglo XX, con la búsqueda de un modelo integral, endógeno y sostenible. Pero los intentos de llevar a la realidad estas propuestas, con sensibilidad ambiental y faz humana, no han dado los frutos esperados. Los actuales escenarios de un mundo globalizado expresan las enormes diferencias Norte/Sur, que dan cuenta del fracaso de las políticas de erradicación del hambre y de construcción de una paz duradera. El predominio de los países y grupos que controlan la economía está imponiendo una globalización asimétrica, tremendamente injusta, que ha traído al mundo a una crisis profunda. Si es peligroso que un sistema basado en la igualdad se olvide de la libertad, no lo es menos que un sistema basado en la libertad se olvide de la igualdad y la justicia. El desarrollo es un derecho humano y un imperativo ético. Pero es precisa la participación de la población en sus procesos sociales y en el tratamiento de los problemas ambientales. La insostenibilidad de nuestros modelos se hace patente cuando vemos que, junto a «la verdad incómoda» presentada por Al Gore sobre el cambio climático, tenemos entre nosotros otra verdad más incómoda todavía, la de la vida de la gente, de una gran parte de la población mundial que debe afanarse por sobrevivir en condiciones realmente adversas. El error que representa haber cambiado los valores democráticos (justicia social, igualdad, solidaridad�) por las leyes del mercado, exige un cambio de rumbo y una urgente decisión de proceder al «rescate» de la gente. Ha llegado el momento de la participación ciudadana, con la cual esta crisis podría convertirse en gran oportunidad. La educación juega, sin duda, un importantísimo papel en este proceso, contribuyendo a la transición esencial de las personas desde su condición (implícita o explícita) de súbditos a la de ciudadanos participativos.
The challenges of development were addressed in the second half of the 20th century by searching for a comprehensive, endogenous and sustainable model. However, attempts to transfer the resulting proposals into an environmentally sensitive reality with a human face have not borne the fruit expected of them. The scenes one sees in today�s globalised world only highlight the vast differences between north and south, which speak of the failure of policies to wipe out hunger and build a lasting peace. The countries and groups whjch control economy have imposed upon us all an asymmetrical, tremendously unfair type of globalisation that has thrust the world deep into crisis. While it is dangerous for a system based on equality to forget freedom, it is no less dangerous for a system based on freedom to forget equality and justice. Development is a human right and an ethical imperative. However, population should participate in the social processes involved as well as in the handling of environmental problems. Our models� lack of sustainability leaps to the eye once we realize that, together with the «inconvenient truth» about climate change presented by Al Gore, we also have among us another and even more inconvenient truth, that of the way people live, the truth that a large part of the world�s population has to strive to survive under truly adverse conditions. It was a mistake to have swapped democratic values like social justice, equality and solidarity for the laws of the market, Mending that mistake will require a course change and an urgent decision to «fly to the rescue». The time has come for citizen participation, which could change the crisis into a great opportunity. Education undoubtedly plays an important part in this process by contributing to the essential transition of people from their implicit or explicit role as subjects to that of participative citizens.
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