La doctrina ontológica sobre los dos intelectos aristotélicos, creada en el siglo XIII, acaba su andadura definitivamente con la epistemología de Ockham. La epistemología realístico-proposicionalista de Ockham reduce el intelecto a una connotación: intelecto denota el alma o, mejor, el sujeto pensante todo y uno; pero connota la función cognoscitiva del hombre. El hombre es esencialmente libre y dirige el conocer hacia su objeto, es vida y actividad; pero la función cognoscitiva denotada es pasiva.
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