El autor analiza la gestión de la política artística que llevó a cabo en la Dirección General de Bellas Artes el historiador del arte Ricardo de Orueta (Málaga, 1868-Madrid, 1939), durante los dos trascendentes períodos de la Segunda República en los fue su responsable (de abril de 1931 a diciembre de 1933 y de febrero a septiembre de 1936). En ambos, se impuso inmediatamente la salvaguarda de nuestro patrimonio artístico y el afán por su documentación, su catalogación y la creación de estructuras administrativas que lo estudiaran y preservaran. La pionera gestión de Orueta, además, tuvo un gran alcance, ya que no sólo fue la que puso en marcha las primeras y más trascendentes medidas artísticas republicanas, como la perdurable Ley del Tesoro Artístico de 1933, sino también, con el estallido de la Guerra Civil, a la que correspondió hacer frente por segunda vez a los excesos iniciales contra el patrimonio histórico-artístico.
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