Las series responden muy a menudo a los parámetros de la cultura popular, donde no importa repetir un esquema, porque sólo de ese modo se puede llegar a más gente. De ahí el grado de despersonalización que suelen arrastrar. Una serie puede convertirse en una experiencia duradera porque a veces se extiende durante meses e incluso años. Se transforma en algo así como una rutina sobre la que la gente opina en casa, con sus familias, o en el trabajo. Y eso crea lazos colectivos muy estables. El cine comercial enseña al espectador a concebir las cosas, no a entenderlas. Su objetivo, en muchos casos, es servir de sustituto de aquellos sentimientos que el ser humano se ha visto obligado a perder a causa de los cambios operados a lo largo del siglo pasado.
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